Vínculos de Occidente: Estados Unidos y la Unión Europea

Este artículo pretende llevar a cabo un análisis general y multidisciplinar de las relaciones que mantienen EE. UU. y la UE, como sujetos de derecho internacional, desde una óptica europea. El estudio comienza con un acercamiento de carácter analítico y una introducción. Posteriormente el estudio se bifurcará en una vertiente de exteriores, política y seguridad y otra vertiente de asuntos económicos y comerciales, eso sí, habida cuenta de que ambas son indisociables realmente. El último apartado hace una especial referencia a la batalla comercial entre la Unión y EE. UU.

 

  1. Acercamiento Analítico

Los lazos que vinculan a EE. UU. y a la UE son muy similares debido al background común de ambos países. En términos militares la Unión Europea carece de un ejército propio único, lo cual la sitúa en una posición distinta a EE. UU. Retornando a ese background, un marco cultural y religioso común es uno de los factores que acerca las negociaciones de la UE y su socio norteamericano. Ambos comparten una tradición cristiana que ha inspirado sus respectivas leyes, modos de vivir, comportamientos y valores. Las similitudes culturales son un puente invisible pero positivo en las relaciones diplomáticas entre dos o más interlocutores.

Resulta fructífero vislumbrar las relaciones diplomáticas y comerciales de la UE con los EE. UU. desde un punto de vista analítico, para poner frente a frente a dos superpotencias del comercio internacional. Los datos lo corroboran: en el periodo 2016-2018 las economías de la UE y los EE. UU. han representado conjuntamente casi el 50% del PIB mundial y un tercio del comercio mundial.

 

 

  1. Introducción

La comunidad internacional concibe a Norteamérica como un territorio compuesto por los Estados Unidos y Canadá. México es geográficamente un integrante de América del Norte, pero su cultura, historia y situación económico-social pertenece a América Latina y del Sur. Así, cuando la UE se refiere a sus relaciones con América del Norte excluye del discurso tácitamente a México, refiriéndose únicamente a EE. UU. y Canadá. Los fundadores de estos dos modernos Estados eran de tradición europea, por ello a pesar de la distancia que los separa de Europa, sus estándares políticos, económicos y sociales son similares. Estas sinergias crean una base común muy agradable para una diplomacia cordial y activa y la asunción de retos comunes en terceros países. El ascenso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos en enero de 2017 y su proclama «America First´´ ha generado ciertos cambios en la política exterior de EE. UU. y ha llevado a determinados países y organizaciones internacionales a adoptar una nueva postura hacia el país norteamericano.

 

  1. Cooperación en Asuntos Exteriores, Política y Seguridad

El Parlamento Europeo en el documento «LAS RELACIONES TRANSATLÁNTICAS: LOS ESTADOS UNIDOS Y CANADÁ´´, adoptado en el año 2020, otorga preeminencia en su contenido al Diálogo Trasatlántico de Legisladores (DTL). Este se trata de un foro de cooperación establecido entre las dos partes (la UE y EE. UU.) con el objetivo de que sus respectivas cámaras parlamentarias, el Congreso de los Estados Unidos y el Parlamento Europeo, adopten posturas e intercambien información para consensuar acciones comunes.

Las relaciones entre ambas cámaras legislativas se iniciaron en el año 1972. Este foro trata de agrupar a diputados de ambos parlamentos con la pretensión de ser un espacio para el debate y la cooperación, pero sobre todo de consenso para una acción unilateral. Delegaciones de ambos órganos se reúnen de manera bianual, alternando entre Estados Unidos y Europa como lugar para celebrar sus encuentros. EL DTL trata no solo de incidir en aquellas materias de fácil acuerdo sino también de confrontar posibles divergencias ideológicas y pareceres entre el Parlamento Europeo y la cámara norteamericana respecto al cambio climático, la crisis social en Venezuela o la rivalidad política de EE. UU. y Corea del Norte. Tal confrontación demuestra que el DTL no se trata únicamente de una institución vacía o aparentemente formal entre dos sujetos de Derecho. Es un verdadero instrumento material y efectivo para buscar una solución a las diferencias ideológicas y ejecutivas que pudieran surgir entre la potencia americana y la Unión. La relevancia económica de ambos actores impone la necesidad de esta suerte de parlamento de cooperación conjunto.

 

La 83ª reunión interparlamentaria del DTL fue celebrada en Washington D. C. en febrero de 2019. En este encuentro se construyó un diálogo versátil basado en la cooperación económica, política, comercial y en asuntos exteriores. En esta última sección la delegación de la cámara legislativa de los EE. UU. incidió en su condena a la invasión de Ucrania por Rusia y en el empleo de armas químicas del segundo durante la guerra en Siria. Fue también un asunto a tratar la relevancia y poder de Rusia para el suministro de gas natural, pues es prácticamente el principal suministrador gasero de Europa. Tal propiedad sobre el gas le otorga una superioridad estratégica notoria para negociar acuerdos con otros Estados porque puede detener el suministro a cualquier país opositor a sus pretensiones. Así, no es extraño que el nombre de Rusia haya aparecido en la última reunión del DTL pues es ya un rival tradicional de EE. UU. De hecho, también se ha convertido en las últimas décadas en un Estado rival de la Unión Europea, tal y como reiterado en ocasiones Tim Marshall, experto británico en relaciones internacionales.

La tensión entre la UE y Rusia dista mucho de ser tan grave como la que este país mantiene con EE. UU., pero de todos modos la ocupación de la península de Crimea por el ejército ruso ha activado las alarmas en la Unión. Ucrania firmó con la UE en el año 2014 un Acuerdo de Asociación para aumentar la integración a través de la cooperación política. Así las cosas, el Servicio Europeo de Acción Exterior ha trabajado estos últimos años para intentar detectar y frenar posibles nuevas hostilidades rusas que pudieran afectar a la Unión.

Habida cuenta de este contexto internacional, es normal que en la agenda de la última reunión del DTL figurase la política exterior rusa como un asunto principal a tratar. Tras la celebración de este encuentro en suelo estadounidense, la apertura de la siguiente mesa redonda estaba prevista para noviembre de 2019 en Finlandia, pero ha tenido que ser aplazada debido al impeachment al que Donald Trump ha sido sometido y del que ha salido absuelto.

En la actualidad, los vínculos tejidos entre el país americano y la Unión Europea a través del DTL avanzan en cauces positivos de cooperación tal y como reconocieron las partes en la declaración conjunta publicada al final de la 83º reunión en Washington.

 

  1. COOPERACIÓN EN ASUNTOS ECONÓMICOS Y COMERCIALES

4.1 Comercio y economía              

La recopilación de los acuerdos celebrados entre la UE y EE. UU. confirma irrefutablemente su asociación estratégica a un calibre global. Desde el acuerdo entre el Euratom y los EE. UU., celebrado en marzo de 1959, existen casi cien acuerdos internacionales en virtud de los cuales la UE y este país se han comprometido. La naturaleza de estos es muy heterogénea: ocho acuerdos internacionales sobre el mercado común nuclear, cinco sobre agricultura y pesca, tres sobre protección sanitaria, cuatro sobre el sector textil o dos sobre el sector comercial de las frutas y hortalizas. La cooperación entre estos dos gigantes económicos no esconde, sin embargo, la rivalidad entre ambos. De hecho, ambos exportan productos del mismo tipo ergo es habitual que la asociación que une a este país con la UE vaya acompañada de esporádicos incrementos de su competitividad comercial.

 

Tal y como ya he mencionado, el ascenso de Donald Trump a la Presidencia de los EE. UU en enero de 2017 supuso un cambio de rumbo en las políticas y diálogos comerciales de EE. UU. con la UE. Desde el inicio del 2017 el nuevo presidente ha filtrado la política exterior a través de una máxima: America First. Este eslogan engloba una política exterior estadounidense asentada en el nacionalismo, unilateralismo y proteccionismo, ideologías que han llevado al país a replantearse su posición en determinados foros y convenios internacionales. El nuevo Gobierno argumenta que su país aporta más medios que otros Estados en ciertos conflictos o situaciones de repercusión global.

Esta nueva postura de Estados Unidos sobre las relaciones exteriores ha generado cambios en cuanto a sus exportaciones e importaciones, tanto al este, manifestados en una guerra comercial con China, como al Oeste, para con la UE. No existe un gran acuerdo para el libre comercio entre la Unión y EE. UU. sin embargo hemos de traer a colación el TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership, también conocido en sus siglas en español como ATCI: Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión). Se trata de un acuerdo lleno de pretensiones que nunca llegó a entrar en vigor.

El TTIP deseaba ir más allá del contenido habitual de un acuerdo comercial, llegando a eliminar las barreras arancelarias. De manera adicional y entre otros objetivos, el Tratado simplificaría la contratación transnacional de empresas, facilitando que aquellas radicadas en los Estados miembros de la Unión tuviesen un acceso más ventajoso a oportunidades de contratación en suelo estadounidense y viceversa. El TTIP vendría a suponer para Estados Unidos una pieza complementaria a su Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico, conocido también como Acuerdo P4 o CPTPP por sus siglas en inglés. El secretismo con el que se llevó a cabo la negociación del Tratado y la filtración de un borrador del proyecto en marzo de 2014 generó una gran oposición entre la opinión pública europea. Numerosas asociaciones consideraban al Acuerdo una concentración desmesurada de poder en manos de grandes corporaciones empresariales en detrimento del poder de decisión de los parlamentos nacionales. Otro de los aspectos severamente criticados del TTIP era su reducción de los derechos de los ciudadanos y el deterioro del medio ambiente a una escala trasatlántica.

La Comisión Europea llegó a rechazar la presentación de una iniciativa ciudadana cuyo objetivo era detener la negociación del TTIP e impedir la firma del CETA con Canadá. El asunto fue llevado ante el TJUE y en su sentencia de 10 de mayo de 2017 Michael Efler / Comisión, T 754/14, EU:T:2017:323 reconoció el derecho de registro de la propuesta y ordenó la anulación de la Decisión C (2014) 6501 final de la Comisión, de 10 de septiembre de 2014, por la que se denegaba el registro de la propuesta de Iniciativa Ciudadana Europea titulada «Stop TTIP». Actualmente las negociaciones del TTIP se hayan suspendidas.

 

4.2 Especial referencia a los aranceles

Las medidas arancelarias se imponen sobre los flujos comerciales por lo que su estudio debería integrarse en el apartado anterior relativo al comercio y a la economía. A pesar de ello, estas medidas adquieren tanta relevancia en las relaciones con EE. UU. que merecen ser tratadas en una sección ad hoc.

 

El término «arancel´´ puede ser definido como aquel tributo que se aplica a las importaciones y exportaciones de productos y servicios de un país a otro y cuya carga es soportada por el adquirente de los mismos. En conclusión, si el Estado de origen impone aranceles a las importaciones eso conllevará: en primer lugar, un efecto disuasorio para el hipotético comprador por el encarecimiento del producto. En segundo lugar, en caso de adquisición, un ingreso adicional para el Estado en concepto de tributo. La política arancelaria de los EE. UU. en los últimos años ha protegido el posicionamiento de los bienes y servicios de las empresas estadounidenses en el mercado, cumpliendo así con una de las elementales premisas de America First.

 

La aplicación de un conjunto sistematizado de aranceles puede ser conocido como «guerra arancelaria´, una estrategia empleada por ciertos Estados para perjudicar a otros. La guerra arancelaria no solo se usa como respuesta a una acción económica o comercial del Estado de destino, sino también ante cualquier comportamiento activo o pasivo del mismo para forzar en él un cambio. Por tanto, esta táctica puede ser utilizada como un arma comercial, lo que explica que cause habitualmente un deterioro de las relaciones diplomáticas entre los Estados afectados. La fijación de aranceles y trabas al comercio es algo relativamente regular entre los Estados sin embargo podríamos encontrar el inicio de las actuales tensiones comerciales de la Unión Europea y EE. UU. en el año 2004. En ese año EE. UU. denunció a la Unión ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) alegando que esta había otorgado al fabricante de aviones europeo Airbus (consorcio fundado por Reino Unido, Alemania, Francia y España) un trato de favor que perjudicaba a Boeing, compañía estadounidense competidora natural de Airbus. Finalmente, la OMC reconoció que tanto a UE como EE. UU. habían otorgado facilidades ilícitas a sus respectivas empresas patrias. Este fallo de la OMC concedió a cada parte la posibilidad de imponer aranceles sobre ciertos productos provenientes de la otra.

 

A juicio de las instituciones de la UE, EE. UU. se está alejando de la actitud multilateral que los países han de respetar en el marco de la OMC. En junio de 2018 el Gobierno de Donald Trump impuso aranceles al acero y al aluminio proveniente de la Unión, medida que fue respondida por parte de esta con el establecimiento de aranceles a ciertos productos estadounidenses. Esta escalada representa de una manera fidedigna como el establecimiento de trabas comerciales se utiliza en ocasiones más como castigo que como medida para alcanzar una mejora económica. En vista de la declaración de la OMC sobre la ilicitud de las ayudas a Airbus, el Gobierno de los Estados Unidos ha optado por sancionar a aquellos Estados participantes del consorcio. Recordemos que esta empresa nació como un consorcio integrado por España, Italia, Reino Unido y Francia. Debido a ello, las restricciones impuestas por el Gobierno de Trump son específicas en cuanto al país al que van dirigidas. Por ejemplo, las exportaciones españolas han sido restringidas con aranceles por valor de 1.000 millones de euros, tal y como hizo público Xiana Méndez Bértolo, secretaria de Estado de comercio. Igualmente, destacó que el sector más castigado ha sido el olivarero, con aranceles por un valor de 560 millones de euros y seguido por el vinícola, sector de gran relevancia en el mercado estadounidense. La exportación de vino es una actividad clave para el mercado en EE. UU., prueba de ello es que sus ventas en este país alcanzaron los 215 millones de euros en 2018, tal y como hizo público en rueda de prensa la secretaria de Estado. Algunos países exportadores de aceite de oliva, por ejemplo, Italia, no se han visto afectados por estas medidas al no ser participantes de Airbus. Del mismo modo EE. UU. ha fijado aranceles para la importación de whisky escocés pero no del irlandés.

La UE ha manifestado ser consciente de los efectos perjudiciales que comporta la escalada de medidas arancelarias restrictivas entre ambas potencias. Por este motivo, en julio de 2019 la Unión compartió una serie de medidas destinadas a solventar la constelación de trabas comerciales establecidas y proponer un nuevo régimen de subvenciones para la construcción de aeronaves.

 

SOBRE EL AUTOR:

Iago Lombardía Sanjulián

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Graduado en Derecho y actualmente cursa el Máster Universitario de Asuntos Internacionales en la Universidad Pontifica Comillas “ICADE”.

Ha colaborado con la Clínica Jurídica de Luxemburgo y con la Clínica Jurídica de Oviedo.

Intereses: Defensa Nacional y la realidad del mundo árabe-musulmán.

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